Nacida en una casa del barrio conocido como Ferrol Vello, su padre, Ángel Arenal Cuesta, fue un eminente militar (sargento mayor) que sufrió muchas veces represión por su ideología liberal y por estar en contra del régimen monárquico absolutista del rey Fernando VII. A consecuencia de sus estancias en prisión, cayó enfermo y murió en 1829, quedando Concepción huérfana de padre a los 8 años. En 1829 marcha con su madre, y sus dos hermanas a Armaño (Cantabria), a casa de su abuela paterna, donde recibió una férrea formación religiosa. Un año después, fallece su hermana. En 1834 se trasladan a Madrid, donde Concepción estudia en un colegio para señoritas. Siete años después entra, contra la voluntad de su madre, como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, vistiendo ropas masculinas, puesto que en la época la educación universitaria estaba vedada a las mujeres. Vestida también de hombre, Concepción participa en tertulias políticas y literarias, luchando así contra lo establecido en la época para la condición femenina.
Acabada la carrera, se casó en 1848 con el también abogado y escritor Fernando García Carrasco. Años después colaborarían juntos en el periódico liberal La Iberia, hasta que en 1857 Fernando murió de tuberculosis. Concepción viuda y con dos hijos (Fernando, 1850 y Ramón, 1852) se trasladó a Potes (Cantabria) donde conoce a un joven músico Jesús de Monasterio, que la invita a fundar en 1859 el grupo femenino de las Conferencias de San Vicente de Paúl para ayuda de los pobres. Para ellas, Concepción escribe en 1860, La beneficencia, la filantropía y la caridad, que dedica a la Condesa de Espoz y Mina, y que presentará al concurso que convoca la Academia de Ciencias Morales y Políticas, bajo el nombre de su hijo Fernando, que tiene entonces 10 años. Después de una serie de conflictos sobre la forma incorrecta de introducir su escrito en el concurso, se le concede el premio y será la primera mujer premiada por la Academia.
En 1863 se convierte también en la primera mujer que recibe el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. Posteriormente publicó libros de poesía y ensayo como Cartas a los delincuentes (1865), Oda a la esclavitud (1866) —que fue premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid—, El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución de la pena de muerte(1867). En 1868, es nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, y tres años después, en 1871, comienza a colaborar con la revista La Voz de la Caridad, de Madrid, en la que escribe durante catorce años sobre las miserias del mundo que la rodea.
En 1872 funda la Constructora Benéfica, una sociedad que se dedica a la construcción de casas baratas para obreros. Posteriormente también colabora organizando en España la Cruz Roja del Socorro, para los heridos de las guerras carlistas, poniéndose al frente de un hospital de campaña para los heridos de guerra en Miranda de Ebro. En 1877 publicaEstudios Penitenciarios.
Con Concepción Arenal nace el feminismo en España. Como los krausistas otorga a la educación e instrucción de la mujer un papel fundamental, pues Concepción dirá que la mujer no tiene otra carrera que el matrimonio. Pues los hombres aprenden un oficio, las mujeres no. Los oficios que la mujer puede desempeñar serían:relojera, tenedora de libros de comercio, pintora de loza, maestra, farmacéutica, abogada, médica de niños y mujeres y sacerdote (no monja). Nunca se debe dedicar a la política ni a la vida militar. Instrucción que la mujer debe procurar, pues dirá de los hombres que tienen inclinaciones de sultán, reminiscencias de salvaje y pretensiones de sacerdote. Las críticas que dirige al clero serán: En general es muy ignorante, no querer a la mujer instruida, es mejor auxiliar, mantenerla en la ignorancia. Concepción Arenal, una pensadora del catolicismo social, como muestra en La Voz de la caridad, y como tal la reivindica el jesuita J. Alarcón en Razón y Fe, 1900-1902, al ser el ideal de un feminismo aceptable, por ser genuinamente español e íntegramente católico. Concepción Arenal, autora poco leída y citada de forma descontextualizada, fue para la mayoría de los católicos de su época heterodoxa. Con la creación de la Acción Católica de la Mujer, el feminismo católico y conservador propugnado por el Movimiento católico, realizará una constante labor de hostigamiento al feminismo católico y reformista arenaliano, que a principios del siglo XX representa la Asociación Nacional de Mujeres Españolas.
Concepción Arenal actuó como intermediaria de la Reina María Victoria de España, que desde el exilio, siguió hasta el último instante de su vida mandando muchas ayudas para españoles necesitados, con la exigencia de que los donativos se hicieran anónimamente.
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