jueves, 10 de octubre de 2013

Deportes sin barreras


Hoy encontre esta noticia en el diario de Burgos:


Unos son de Nadal. Otros de Del Potro. Otros de Djokovic y otros de Federer. No les han visto jamás jugar al tenis, o llevan años sin hacerlo desde que una enfermedad o un accidente se lo impidió, pero el sonido de los golpes, los gritos de sufrimiento o las celebraciones de los puntos (el legendario ¡vamos! de Rafa) les emociona tanto como a quienes pueden disfrutarlo con todos sus sentidos.
Son los chavales de los cursos de tenis para ciegos que desde hace dos años imparte el Centro Burgalés de Buenos Aires, la gran referencia de la emigración local en Sudamérica y por ende en todo el mundo. En los últimos meses varios medios argentinos se han hecho eco de una actividad pionera no solo en su país. En España, por ejemplo, ni a la sección de deportes para ciegos de la ONCE ni al Comité Paralímpico Español les consta que haya nada parecido.
Eduardo Raffetto es el alma de la actividad, el profesor que dirige al grupo y que puso en marcha el proyecto. Desde la capital bonaerense nos cuenta, vía e-mail, que todo empezó cuando una madre con dos niñas ciegas le preguntó si había posibilidad de darles clases de tenis.
La cuestión le pilló a contrapie, empezó a buscar información al respecto y descubrió que los primeros en ponerlo en práctica habían sido unos japoneses. Contactó con ellos, ‘importó’ sus métodos y actualmente cuentan con el aval de la Federación Japonesa de Tenis para Ciegos.
El objetivo de Raffetto se centra en garantizar oportunidades para el desarrollo personal, la integración grupal y el disfrute social uniendo el ámbito formativo, recreativo y social. «Es una experiencia muy enriquecedora. Que un alumno te agradezca la oportunidad de practicar un deporte o que alguien pueda volver a jugar al tenis... Es muy hermoso», asegura.
Entre los 35 alumnos con los que cuenta actualmente hay una mayoría de adultos (algunos de cuarenta y tantos años), pero también 14 niños que sueñan con superar sus dificultades mediante la práctica deportiva.
De primeras uno no se imagina cómo pueden jugar a un deporte tan complejo sin ver. Evidentemente, no pueden manejarse con las reglas normales. Lo hacen ayudados por unas normas particulares en las que la pista es más pequeña -tiene las medidas de una de bádminton-, los límites se marcan mediante unas cintas adhesivas de 3 milímetros de espesor para orientar a los jugadores cuando las pisan y las bolas llevan dentro pelotillas de ping pong y bolas de plomo que las hacen sonar. Este particular soniquete puede escucharse mientras la pelota vuela traspasando la red, de 80 centímetros de alto.
jugar de oído. «Juegan con el oído», cuentan sus practicantes, a los que también les hace un gran favor el hecho de que se permitan tres botes (en lugar de uno) para las categorías con menor grado de visión o ceguera total.
El tenis para ciegos del Centro Burgalés de Buenos Aires es gratuito y no tiene límite de edad. En su página (www.tenisparaciegos.com.ar) invitan a unirse al grupo a quien lo desee. Seguramente a los burgaleses de España no les resulte fácil recorrer 10.000 kilómetros para ello. Pero quizás alguien aquí pueda tomar su relevo y emprender la aventura al son de un tintineo que rebota ilusión.
 
En esta imagen podemos ver a uno de los alumnos del centro con material adecuado para sus necesidades.
Leyendo esta noticia, me alegra ver como hay gente que sigue esforzandose por personas que por algun motivo no pueden hacer actividades o deportes, intenten que puedan hacerlo, enseñandolos y cambiando el material por uno adaptado a sus necesidades.

¡Espero que esta labor que se hace en Buenos Aires llegue hasta España!

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