¨María, que quizás no se llame María, “mejor no digo mi nombre”, está “negra. Muy cabreada”. Cuenta que el pasado día 5 le llegó una notificación para que se presentara a la mesa electoral del próximo domingo. La gaditana vive desde hace un mes en Benalmádena, Málaga, donde ha encontrado trabajo como enfermera. Este domingo tiene guardia.
“Mayo ha sido un mes terrible. Mudanza, fianza del piso, alquiler y encima aún no he cobrado. No tengo un duro”. A pesar de ello, deberá trasladarse hasta Cádiz, lo que supone un gasto considerable. La joven -que roza la trentena- tiene además un perro al que no puede dejar solo un fin de semana entero. La mascota incrementa los gastos.
“Primero, pensé viajar en autobús. Combinación Benalmádena – Málaga, Málaga – Cádiz”. Pero en el trayecto hasta la capital malagueña no permiten los animales. Por tanto, debe coger el tren. “Pasó de 59 euros a 180. Si a eso le sumamos que pierdo 145 porque no puedo trabajar ese día, que toca guardia… En total, 325 euros menos”.
Por si fuera poco, la enfermera se encuentra como suplente en la mesa. Es decir, “seguramente vaya para nada y no coja ni los 60 euros”. Algo que lamenta. Todos estos argumentos los presentó junto a su hermano, abogado, en el juzgado de Los Balbos. “Me lo han denegado. Dicen que Málaga no está lo suficientemente lejos. Que no existen excusas”. A pesar de las casi cinco horas de viajes (el cercanía pasa por Córdoba y Sevilla antes de llegar a Cádiz).
La indignación de María crece de manera considerable cuando habla de la noticia que apareció ayer en la prensa: “Un hincha atlético logra ser eximido de la mesa electoral para acudir a la final de Liga de Campeones”. “Es increíble. Al parecer, el fútbol es más importante que el trabajo. Y yo que voy a pedir hasta dinero prestado…”.
La gaditana argumenta que existe una ley que exime de la responsabilidad en caso de trabajo de vital importancia. “Que le pregunten a mis pacientes si mi caso no es de vital importancia”. “Yo que no tengo ni para comer este mes, debo acudir. Ahora, otro que quiere ver el fútbol no tiene que hacerlo. Me parece vergonzoso”.
El día se acerca y María se hace a la idea de que deberá acudir: “Si no lo hiciera, debo pagar una multa y enfrentarme incluso a una pena de cárcel”. Aunque busca una solución desesperada: “Voy argumentar que soy del Cádiz y tengo las entradas para verlo en Hospitalet”. Qué remedio.
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